La joyería es un medio de expresión artística y Carrera y Carrera lo tiene siempre muy presente. El pintor español Federico de Madrazo (1815-1984) dedicó un espacio especial a las joyas en sus retratos. Un tiempo después de que Fernando VII comenzara a reinar se deja de lado la joyería estilo imperio característica de la época para dar paso a un nuevo estilo joyero. Surge una nueva corriente artística que valora la joya como elemento decorativo a través de la inspiración naturalista sustentada por el coleccionismo botánico. Este estilo joyero, caracterizado por la profusión de flores y pétalos, será desarrollado durante el reinado de Isabel II y puede verse especialmente reflejado en la obra de Federico de Madrazo.

En Carrera y Carrera la joyería de inspiración naturalista forma parte de muchas sus colecciones. A la vez que repasamos la obra de Madrazo, incorporaremos las piezas de la icónica marca de joyas española en sus retratos.

Federico de Madrazo, Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, Museo del Prado, Madrid, España, 1853

Federico de Madrazo: La Reina Isabel II, 1850

La Reina Isabel II fue una gran aficionada a la joyería que en esa época es conocida como “isabelina”. Respondía a las necesidades de la Corte y la alta burguesía que vio cómo su vida social se enriquecía con motivo de la proclamación de la princesa Isabel como reina y de las dobles bodas de ésta y su hermana Luisa Fernanda.

La continuidad de los gobiernos de Narváez y Bravo Murillo hizo que los actos sociales y lúdicos como las fiestas, el teatro y las celebraciones y que los políticos, generales y aristócratas (que estuvieron exiliados durante la época anterior) volvieran a España trayendo consigo modas y costumbres de París.

En este retrato de Federico de Madrazo se puede observar la profusión de joyas con perlas que lucía la Reina Isabel II. La sortija Gardenias de Carrera y Carrera en oro amarillo, diamantes y perla podría haber formado parte de este retrato.

Federico de Madrazo, La Reina Isabel II, Ministerio de Asuntos Exteriores, Roma, Italia, 1850

Federico de Madrazo: Elizabeth Wethered Barringer, 1852

Se ha llegado a pensar que esta especialización de Federico de Madrazo en la pintura detallada de joyería en sus retratos puede ser por influencia familiar. Su suegro Rafael Garreta fue un famoso joyero madrileño casado con la hija de un banquero de Fernando VI. Su joyería estaba situada en la Carrera de San Jerónimo. Según Raimundo de Madrazo, hijo de Federico y también pintor, sus abuelos fueron propietarios de piezas tan importantes como la “perla peregrina” que fue una de las “Joyas de la Corona” española, retratada en numerosas ocasiones por Velázquez, y que más tardé perteneció a la icónica actriz hollywoodiense Elizabeth Taylor.

Federico de Madrazo no sólo retrató a la realeza española, también pintó a damas extranjeras como la inglesa Elizabeth Wethered Barringer. En este caso en broche que luce en el cuadro tiene forma de águila, algo inusual en la joyería española de la época. La inspiración puede estar relacionada con las representaciones naturalistas y con la elaboración de joyas con formas animales como las que se realizaban en Inglaterra con perros y caballos.

Es tradición en Carrera y Carrera el diseño de joyas con motivos animales desde sus inicios. La pulsera Águila perteneciente a la colección Bestiario en oro amarillo es la representación perfecta de esta tendencia.

Federico de Madrazo, Elizabeth Wethered Barringer, Ackland Art Museum, Ackland, Australia, 1852

Federico de Madrazo: Concepción Remisa de Moret, 1856

Federico de Madrazo fue capaz de plasmar en sus retratos, mejor que ningún otro artista de su tiempo, el resplandor del ambiente noble de aquella época en Madrid. Deleitó a todos aquellos que le encargaban trabajos gracias a la figuración tan fiel y elegante que hizo de sus ropas y joyas, a través de los cuales esta gente hacía gala de sus status social.

Concepción Remisa era hija de Gaspar de Remisa, uno de los banqueros más importantes de la España de Isabel II. Estaba casada con el político y literato Segismundo Moret, eligiendo al pintor Federico de Madrazo para realizar el retrato de pareja tan habitual en el mundo romántico.

El colgante Granada de Carrera y Carrera en oro amarillo y ónix podría haber sido el complemento perfecto al collar de oro y perlas a juego con los pendientes que adornan el carismático rostro de Concepción.

Federico de Madrazo, Concepción Remisa de Moret, Museo del Prado, Madrid, España, 1856

Federico de Madrazo: La Infanta Luisa Fernanda de Borbón, 1851

La joyería de la época se centró en brazaletes, sortijas y broches que tomaban la inspiración de motivos arquitectónicos y de representaciones figurativas de personajes de leyendas medievales a través de mini esculturas. En los primeros años de esta época se siguió con el formalismo académico que se centraba en las hojas y flores delicadas y en el estilo figurativo leal de la realidad. Estos diseños naturalistas siguieron siendo populares durante más de cincuenta años.

La Infanta Luisa Fernanda de Borbón luce en este retrato numerosas joyas: pendientes, collar, brazalete, diadema y varios broches. Parece que todas están realizadas en oro, diamantes, perlas y rubíes.

Los pendientes Sol y Sombra de Carrera y Carrera en oro blanco y diamantes poseen ese característico sabor vintage que los hace irresistibles y todo un clásico contemporáneo. La Infanta Luisa Fernanda de Borbón seguramente los hubiera lucido a la perfección en uno de estos retratos.

Federico de Madrazo, La Infanta Luisa Fernanda de Borbón, Palacio Real, Madrid, España, 1851

Federico de Madrazo: Isabel Álvarez Montes, II Duquesa de Castro Enríquez y II Marquesa de Valdera, 1868

La especialidad de Federico de Madrazo eran los retratos cortesanos en los que las indumentarias de las retratadas debían quedar reflejadas en todo su esplendor. La calidad de las telas de los vestidos, los adornos que lucían, así como las joyas que portaban, jugaban un papel muy importante en estos retratos.

Con frecuencia Federico de Madrazo hacía estudios preparatorios de las joyas que iba a retratar en sus pinturas. En estos estudios Madrazo anotaba cómo deberían representarse las joyas en el retrato definitivo y añadía todo tipo de detalles: color del oro, tipo de piedras, reflejos que se apreciaban en las joyas… Solía dibujar las joyas a tamaño natural en sus retratos para ser lo más fiel posible a la realidad.

En este retrato de la Duquesa de Castro Enríquez observamos que la retratada luce diferentes joyas, varios brazaletes y collar de perlas de tres vueltas. Como accesorio a su vestido con detalles azules la sortija Aqua de Carrera y Carrera en oro blanco, diamantes y topacio azul facetado podría haber sido el complemento perfecto.

Federico de Madrazo: Isabel Álvarez Montes, II Duquesa de Castro Enríquez y II Marquesa de Valdera, Museo del Prado, Madrid, España, 1868

Federico de Madrazo: Josefa Coello de Portugal, 1855

En esta época era habitual que las retratadas luciesen una sola joya. Era común que la única joya importante que adornase a las mujeres inmortalizadas fueran los brazaletes. El retrato de doña Josefa Coello de Portugal es un claro ejemplo de esta corriente. Se trata de un retrato aparentemente sencillo en el que destaca el brazalete que luce en el brazo derecho. Representa un barco con las velas desplegadas y un pez colgando de la proa.

La creatividad y la imaginación empiezan a estar presentes en el mundo de la joyería. Representaciones figurativas comienzan a ser utilizadas en las joyas de la época. Esto es debido a la necesidad de aportar dinamismo a las joyas y dotarlas de un aspecto mucho más decorativo que antaño.

Una de las joyas de Carrera y Carrera que podría haber lucido doña Josefa Coello de Portugal en este retrato es el brazalete Mosaicos realizado en una soberbia combinación de oro amarillo y blanco con diamantes. Un brazalete que supone toda una declaración de intenciones.

Federico de Madrazo: Josefa Coello de Portugal, Museo del Prado, Madrid, España, 1855

Fuente: La joyería romántica a través de los retratos de Federico de Madrazo, Amelia Aranda Huete